sábado, 20 de noviembre de 2010

Misterio de la Antiguedad

EL SECRETO DEL MONTE ARARAT

                                                                        
     En Turquía, se extiende hacia el cielo vasto el monte Ararat. Montaña sagrada. Su historia es la del diluvio. Multitud de fuentes acreditan que, en sus albas laderas, enfundadas en nieve, se halla aún el arca que le permitió a Noé salvar a la humanidad y las especies animales de la gran inundación bíblica. Aquí, Sergio Fuster, investigador bíblico argentino, colaborador de Temakel, nos invita a contemplar la montaña henchida de mágicos destellos.

EL SECRETO DEL MONTE ARARAT


  En las gélidas planicies de Anatolia, donde convergen los actuales límites de Turquía, Armenia e Irán, se levanta imponente una montaña sagrada. Su nombre no figura entre las cumbres más elevadas, ya que sólo alcanza los 5.156 metros de altura, pero sí entre los más inaccesibles de la tierra. Símbolo de intervención divina, su nombre entraña un mensaje para todos los pueblos del mundo. Como diría el arqueólogo y escritor Charles Berlitz, "un nombre que promete y enseña, ordena y a veces incluso amenaza. Este nombre es Ararat" (1).
   El Ararat ha sido reconocido como el sitio donde descansan los restos de la antigua embarcación del Noé bíblico, luego que descendieran las aguas del Diluvio Universal. Desde entonces ha sido un lugar sagrado.
   El temor reverente que tienen y han tenido los 
pueblos de Oriente a esta montaña, confirma que el relato del Génesis no ha sido una creencia exclusiva del judeocristianismo. Los turcos llaman al Ararat "AGRIDAGI" (monte del Arca) (2);  los persas la conocen como KUHI-NUIH (montaña de Noé) y los musulmanes le dicen "EL JUDI" o "el primer lugar de descanso" (3). El Ararat es un lugar simbólico. Es el guardián del Arca salvífica y es patrimonio de fe en un sentido universal.
 EL ARARAT EN LAS FUENTES ANTIGUAS
  Junto con los múltiples mitos de un diluvio producido por la ira divina, también existen relatos paralelos de supervivientes en una embarcación que reposa sobre una montaña. La tradición favorece al monte Ararat más que a cualquier otro sitio.
  El mito hindú del diluvio habla de una montaña al norte (4). Los griegos mencionan al monte Parnaso o el Otris en Tesalia (5). Pero el hecho que fuera en realidad el monte Ararat donde reposó el Arca, está apoyado por dos tradiciones antiquísimas: El Antiguo Testamento y La Epopeya de Gilgamesh (un mito sumerio).
   En Génesis 8:4, la mayoría de las Biblias traducen "el Arca descanso sobre los montes Ararat", aunque algunas traducciones prefieren vertir "las montañas de Armenia". En hebreo "HAR" significa: elevación o cordillera (6) y "RARAT" especifica un pico determinado. En el rollo de Isaías I de Qumram (7) se lee "Hurarat" (Lit.Ararat) . En el targúm de Onquelos, del Pentateuco Samaritano y en la versión siríaca de la Biblia se lee por Ararat "QARDU" (Kurdistan), conocido en lengua armenia como Nisir (8).
   El monte Nisir es donde Ut-napistim (el Noé del mito sumerio) dejó varada su embarcación después del diluvio. Gilgamesh, el héroe de la epopeya, tiene que viajar más allá del tránsito solar, donde habitan los hombres escorpiones (9). Su objetivo era encontrar a Ut-napistim, para que le develara el secreto de la inmortalidad. Allí al norte, donde están las fuentes del Eufrates, en la antigüedad existía el reino de Urartu. Ut-napistim, según el mismo mito, era hijo de "Ubartutu" (10), quizás haciendo referencia a esta región. Es significativo que el nombre Ararat proviene de esta etimología. Por lo tanto, los montes Ararat y Nisir parecen hacer alusión al mismo lugar. 
   Después de que Gilgamesh intenta escalar este pico "que llegaba hasta el cielo", las fuentes silencian cualquier otro hecho de estas características (11).
    Ya para la antigüedad tardía, se encuentran citas del monte Ararat en los anales de los historiadores clásicos. Beroso cuenta:
    "que parte de la nave se encuentra todavía en Armenia (...) y que algunas gentes le quitan los trozos de pez y se los llevan, los persas los utilizaban como amuletos" (12).
  Nicolás de Damasco, amigo y biógrafo de Herodes el Grande, en el libro 96 de su Historia Universal dice:
     "En Armenia, más allá de la región de Mineas, hay una montaña enorme (...), en la que cuenta la tradición que se refugió mucha gente con ocasión de un diluvio, logrando salvarse, y cuenta que cierta persona que navegaba en un arca encalló en la cima de la montaña, y que se conservaría por mucho tiempo los restos del maderamen" (13). 
   Aquí no sólo encontramos referencias de la ascensión al Ararat, sino también otros datos que nos evidencian el hallazgo del Arca, considerándola un artefacto mágico. 
    Al pie de la montaña sagrada, se encuentran las ruinas del que fue el Monasterio de Etchmiadzine. Se cuenta que, durante siglos, este recinto guardó celosamente una reliquia en la Catedral de San Gregorio. Era un trozo de madera petrificado. Los kurdos sostienen que era parte del Arca de Noé (14).
    Según una leyenda que data de la era cristiana, un monje intentó alcanzar la cima del Ararat con la sola intención de rendir devoción a Dios. Pero a la mitad del camino un profundo letargo se apoderó de él. Soñó con un ángel que le advirtió que regresara sobre sus pasos porque, mientras el Arca repose allí, Dios no permitiría que se acerque hombre alguno. Al despertar encontró el trozo de madera entre sus manos. Lamentablemente este relato no se puede comprobar debido a que un terremoto destruyó parte del Monasterio y como consecuencia la reliquia desapareció (15).
   Excluyendo esta historia y las escuetas menciones de los escritores clásicos, se ha guardado un misterioso silencio sobre las exploraciones
en el lugar. Desde los tiempos del diluvio bíblico hasta el siglo XIX, según se cree, no se ha intentado emprender el ascenso a la montafia de Ararat. La respuesta del porqué quizás haya que buscarla en el oscuro campo de las supersticiones.

UN MUNDO ATEO DUDA DEL DILUVIO
   Hasta mediados del siglo XVlll, por lo general no se dudaba del caracter histórico del diluvio ni de la persona de Noé. Pero el avance de las ciencias y las ideas, corno La Alta Crítica de la Biblia o la teoría darwiniana de la evolución, hicieron que muchos pusieran en tela de juicio la autenticidad del relato del Génesis. Motivando a que algunos se aventuraran a explorar el Ararat en busca del arca perdida. 
   Es cierto que los porteadores nativos, hasta el día de hoy, rehusan ascender a la montaña más allá de cierto punto, porque la consideran una "zona mágica". Pero aparte de sus creencias, las experiencias extrañas que vivieron muchos investigadores en el monte nos hace pensar que quizás los lugareños no estén tán equivocados. 
    El testimonio de un anciano armenio que data de 1856, nos ilustra bien el punto. En una ocasión sirvió de guía a tres científicos visitantes. Según se sabe, hallaron el arca y entraron en ella. Como los extranjeros querían probar la falsedad del relato bíblico, lo amenazaron de muerte si divulgaba el descubrimiento. Tiempo después en Londres, uno de los exploradores confesó en su lecho de muerte habar visto el Arca sagrada. Por desgracia los documentos se perdieron en un dudoso incendio (16).
     Durante la l Guerra Mundial, un aviador ruso, W. Roskovistsky, afirma haber visto en el Ararat los restos de una antigua embarcación (17). Como consecuencia, en  1917, el Zar envió dos compañías de soldados para investigar la montaña. Supuestamente localizaron el Arca, tomaron fotos y remitieron un informe completo. Pero pocos días después la revolución bolchevique derriba al Zar y en consecuencia los datos jamás fueron publicados (18).
   El 10 de agosto de 1883, el Tribune de Chicago publicó una historia, acerca de un grupo enviado por el gobierno turco para inspeccionar las avalanchas en el Ararat. "Dieron con una estructura gigantesca de madera muy oscura que sobresalía de un glaciar". Los habitantes de la zona temían acercarse porque "habían visto un espíritu de fiero aspecto asomarse por la ventana superior"(19). 
    Tanto la búsqueda del Arca, como los supuestos informes acerca de su descubrimiento, han contribuido hasta nuestros días (20). Es cierto, si apareciera sería "el hallazgo arqueológico más sensacional del siglo". Algunos piensan que esto daría fe al mundo y por otro lado, tendríamos que revisar nuestra actual interpretación de la historia antigua. No obstante, su búsqueda, es la búsqueda de lo divino y la montaña que la protege es símbolo que entrega un mensaje al hombre moderno.
EL ARARAT, UN SIMBOLO DE SALVACION 
   La sola presencia del monte Ararat, puede que nos diga, que sí importa  cuál proceder se adopte en la vida. El diluvio bíblico vino a causa de la excesiva violencia e impiedad que existían entonces. 
   En su cumbre, después que se purificó el mundo, Jehová tranquilizó a Noé (21). Le dijo que nunca más ocurriría un cataclismo semejante; siempre y cuando el hombre no violara una ley: no derramar sangre inocente; es decir, no asesinar. Para ello dio el "arco iris" como garantía. Está por demás explicar que estas normas fueron transgredidas desde el mismo comienzo de la civilización. En lo más profundo, la humanida sabía que con sus guerras y conquistas habían roto "el pacto del arco iris". Por lo tanto, Dios estaba más que autorizado para repetir en el futuro una catástrofe del mismo tipo.
   La construcción de una Torre en Babel, cuya cúspide debía llegar a los cielos, fue un franco desafío al pacto establecido por Dios. En caso que éste trajera un segundo diluvio, tendrían refugio seguro fuera del amparo divino. 
   En la mayoría de los mitos, los cataclismos por aguas destruyeron a una humanidad para que reaparezca otra nueva, regenerada, purificada. Como una regresión al caos primordial y a la cosmogonía(22). Como la falta ritual no ha cesado, el fin de un mundo pasado ahora adopta proporciones temibles para el futuro. Así lo entendieron los escritores del Nuevo Testamento. Según ll Pedro 3: 5-7 dice: 
      "Porque ignoran (...) que hace tiempo existieron cielos y también una tierra surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, y que, por esto, el mundo de entonces pereció inundado por las aguas del diluvio, y que los cielos y la tierra presentes, por esa misma palabra, están reservados para el fuego y guardados hasta el día del juicio y de la destrucción de los impíos" (Nueva Biblia de Jerusalén).
    El hombre moderno en su visión materialista del mundo y de la vida, especula sobre el suceso del diluvio en vez de aprender de él. Dejemos que una mirada simbólica escrute los asuntos por sí mismos y descubriremos que estos mitos del fin del mundo irradian un mensaje para todos nosotros.
   A partir de allí, el diluvio bíblico se convierte en un completo tipo de salvación. Por un lado, las aguas purificadoras, cual bautismo arquetípico limpia las faltas contra Dios. Por el otro, la madera del Arca representa la vida. Como el árbol en medio del jardín de Edén, o el instrumento de ejecución de Cristo. La salvación está en lo que estos elementos significan  en la otra realidad. Las aguas, en sí mismas, no destruyeron a la humanidad antes del diluvio. Fueron simplemente un medio. Lo que condenó al mundo fueron sus propios quebrantos morales.
   Para algunos, hoy vivimos en tiempos muy similares a los que vivió Noé. Los hombres olvidan a los dioses y adoptan un proceder de independencia que puede redundar en su propia autodestrucción.
    Tanto el relato bíblico como el cuneiforme, han omitido decirnos adónde fueron las aguas del diluvio y qué ocurrió con el Arca. Sólo ha quedado el Ararat, inmóvil, mudo y desafiante. Imitemos su discreción y admitamos que lo importante no es averiguar las causas científicas del cataclismo, o si aún existe el arca y dónde exactamente se encuentra, para ir en su busca. La fe supera cualquier reliquia perecedera. 
    Mientras el Ararat esté allí, será como un monumento conmemorativo. Le recordará al hombre que a Dios le interesa el proceder que elija su creación. Porque El mismo desea lo que declaró en Génesjs 8:22: "Mientras dure la tierra, siempre habrá siembra y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche, estos no cesarán" (Nueva Biblia de Jerusalén). 
   Acasos en estos días sea conveniente recordar a Noé, que siguió un proceder de justicia y luchó por preservar no sólo su vida, sino también la de la naturaleza. Recordemos los dioses asirios, que atemorizados por la catástrofe que suscitaron, y acaso porque tomaron conciencia, huyeron al cielo de Anú. Tal es en definitiva la alternativa y la única elección que se nos ofrece. 
    Entre tanto, contemplemos la montaña de Ararat. Símbolo visible de una historia sagrada. 
ILUSTRACIONES (desde arriba hacia abajo): 1: Vista del monte Ararat; 2: Vista panorámica con el Ararat en segundo plano y ganado retozando plácidamente en la llanura en primer término; 3: Imagen de la cima del Ararat; 4: Fotografía aérea del Ararat tomada por un aviador turco en 1965. La forma ovalada de la parte inferior podría corresponder al Arca de Noé; 5: Imagen satelital del Ararat, montaña sagrada. 


lunes, 25 de octubre de 2010

CUENTO

EL ENIGMÁTICO NÚMERO 20

Un rostro de alegría y optimismo, se refleja en un limpio espejo que cuelga en la pared de una habitación.  Es el de Marco Antonio un hombre alto, contextura delgada, tez blanca, aspecto bonachón de mediana edad.  Se dispone a iniciar su jornada laboral.  Es conductor,  de un taxi marcado con el número 020, adscrito a una reconocida  empresa de su localidad.
― ¡Querido el desayuno¡ -gritabá su esposa desde la cocina.

― ! Ya…amor ¡   -responde el aludido mientras desciende presuroso por la escalera hacia la cocina.  

― Amor sólo tomaré el jugo, porque quiero agarrar el día por los cachos.

― ¿Por qué tanto afán? –insiste la esposa,  mientras le termina de abotonar la    camisa.

― Quiero regresar temprano para que celebremos nuestro vigésimo aniversario, como se merece, con todas las de la ley  -dice al tiempo que le da un cariñoso beso.

― ¡Que Dios me lo bendiga y que le vaya muy bien mijo¡  -dice mientras hace la señal de la cruz en dirección a él.

Ya dentro del auto, Marco Antonio va dispuesto a recoger su primer pasajero. Por un momento retrocede su memoria 20 años atrás, cuando vio por primera vez a la que hoy es su señora, para ese entonces una chica con tantos encantos que inmediatamente quedo flechado y así iniciaría dos décadas de grata compañía, al lado de su ser más querido.  A la altura de la calle 20, frente al cementerio Jardines de Paz,  una mujer extiende el brazo haciendo señas para que el taxi se detenga; esto  lo hace regresar a la realidad,  y rápidamente se orilla y detiene el auto.  La joven entra al carro y se acomoda, el conductor la ve por el espejo retrovisor una chica hermosa de tez blanca, nariz perfilada, ojos grandes de color azul, que reflejan una gran tristeza, largos cabellos ensortijados de color negro brillante, vestida con un atuendo bastante conservador para la época.

― ¡Buenos días señorita…¿hacia dónde la llevo?

― Muy buenos días…hágame el favor y me lleva a la carrera 20 con transversal 20, en el barrio 20 de Julio.

― ¡Con muchísimo gusto niña¡  -responde el taxista con una gran sonrisa.

Camino hacia su destino, Marco Antonio entabla  conversación con la pasajera.

― Disculpe su merced, usted debe tener como 20 años; ¿sí  o no?  -le pregunta el taxista mirándola fijamente por el retrovisor.

― ¡Si señor¡  -responde secamente la mujer.
― ¡Ah¡…que coincidencia hoy precisamente estoy celebrando 20 años de matrimonio       -aclara el conductor mientras  en su rostro se dibujan gestos de alegría  

― ¡Si lo sé¡  -expresa  fríamente la chica.

―! Cómo ¡…

La charla es interrumpida por una Ford Explorer que se le atraviesa a gran velocidad, obligándolo a frenar bruscamente.

― ¡Eh  Avemaría¡  este es mucho animal  -grita el conductor.

El resto de camino, los invade un profundo silencio, hasta llegar a la dirección del Servicio.

― Llegamos señorita…sana y salva.

― Gracias… ¿Qué le debo?

― Son Cinco mil pesos, niña.

La chica repara en su bolso, buscando el dinero, le da vuelta a su contenido por unos instantes pero no encuentra nada.

― Señor de seguro el dinero se me quedó en mi habitación, si me disculpa un momento entro a la casa y le traigo su paga.

― Claro mi amor no hay problema.

Ya transcurridos varios minutos, sin que la mujer regrese, Marco Antonio inquieto por la pérdida de tiempo, decide bajar e ir a buscarla.  Parado en la puerta de la casa se percata que la nomenclatura de la vivienda es la 20-20, oprime el botón del timbre sin tener respuesta, vuelve y obtura el botón hasta que la puerta es abierta por un anciano.

― ¿Si… a la orden?    –dice el veterano.

― Si señor,  buenos días, es que estoy esperando a una niña, que entró a buscar el dinero, para cancelarme  la carrera.
― ¿Una niña?  -responde con voz apagada  el desconcertado viejo-  pero…siga  más adelante.

Mientras cojea por entre el estrecho zaguán, como buen anfitrión le hace señas con la mano derecha, para que el visitante lo siga hacia la sala.

Ya dentro de la casa, el hombre octogenario lo invita a sentarse. Marco Antonio rechaza el ofrecimiento y decide estar de pie, luego aparece una viejita que amablemente le pregunta que si desearía tomarse un cafecito, el taxista le agradece, haciendo un gesto de negación.

― Ahora si… ¿dígame que lo trae por aquí? –pregunta el anciano.

― Ya le dije señor...estoy esperando que me paguen la carrera.

― ¿Cuál carrera?

― Señor traje una joven, que  entró a esta casa y me dijo que esperara un momento mientras buscaba el dinero.

― Eso no puede ser posible señor  -responde el anciano-  aquí no ha entrado nadie, ni vive ninguna joven.

Marco Antonio, hace un gesto de incomprensión y a la vez de rabia, trata de buscar con su mirada a la joven por todo el recinto, de pronto se percata de un retrato que colgaba en la pared de la sala, era la chica que minutos antes fuera su pasajera,  concidencialmente vestida igual que en la foto.

― ¡Ella es¡…!es ella a quien traje¡    –expresa emotivamente  el taxista mientras señala con el índice derecho la fotografía.

― No hijo…su merced debe estar equivocado.

― Pero si es igualita y estaba vestida con la misma ropa.

El anciano se mira con su esposa; ambos reflejan una gran sorpresa y un incomprensible nerviosismo. Después de unos instantes, con voz entrecortada   el  patriarca  le responde al contrariado conductor.

― Mire hijo, esa joven del retrato es nuestra hija, quien falleció en un trágico accidente, precisamente hoy hace 20 años. Ese día de la tragedia, nosotros la esperábamos para celebrarle su vigésimo  cumpleaños.





Texto escrito por Alberto Ararat Colmenares, participante
del “Taller Arauca Lee, Escribe y Cuenta”.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cronica

ORGULLO DE PADRE

Crónica

Se escuchan las risotadas y los gritos de júbilo, que llenan el gran salón del centro de convenciones de Arauca. Los birretes son lanzados con fuerza al aire, se celebra la ceremonia de graduación de la tercera promoción del Liceo Santo Domingo Sabio. Es 26 de noviembre de 2009. Una veintena de jóvenes, con rostros embargados por la alegría y un inmenso orgullo por haber culminado esta etapa de sus vidas, caminan de un lado a otro.

Sentado inmóvil, observando aquellas escenas de euforia, se encuentra Alberto Ararat, un hombre de mediana edad, de contextura delgada, tez blanca y de apariencia serena. Con rostro de orgullo y satisfacción, dirige la mirada hacia una niña, dentro del grupo de jóvenes graduados, es Angie Valeria, su hija, de 16 años de edad, 1.70 de estatura, tez blanca, rostro perfilado, ojos café claro y una larga cabellera ensortijada de color castaño, quien refleja una sensación de victoria por el acontecimiento que se celebra, ya que había cursado sus estudios de preescolar, primaria y secundaria, dentro del mismo plantel. Alberto en medio de una confusión de sentimientos, alegría, orgullo y a la vez incertidumbre por el devenir de su primogénita, la mira fijamente y empieza a remembrar esa noche del 16 de Noviembre de 1993.

Su esposa Amanda, le llama alarmada:

– ¡Alberto¡…!Alberto¡ ¡llego el momento!

– !Cómo¡…

– ¡Qué llego la hora!

El marido empieza a caminar por toda la casa, con un nerviosismo como buscando algo que no puede encontrar.

– ¿Qué hago?

–¡Tranquilízate! Llama un taxi y trae la pañalera, que ya contiene todo lo necesario.

Se trasladan en el vehículo hacia el hospital San Vicente de Arauca; son más o menos las 7:00 p.m. Ya allí son recibidos por una enfermera en la sala de urgencias, que al darse cuenta de la urgencia, los conduce rápidamente a la sala de parto. Antes de entrar, por una gran puerta, la asistente sanitaria, detiene a Alberto y le dice:

– Espera aquí.

Esa espera se convierte en una eternidad. Después de largo rato, sale la misma persona, que le informa al futuro padre.

– Hay complicaciones señor; su esposa no puede tener un parto normal, hay que practicarle una cesárea; ya se localizó al médico ginecólogo, para que realice la operación.

Al escuchar lo inesperado, el futuro padre se sumerge en una profunda preocupación, pero entiende que no le queda más que continuar la larga espera. Después de varios tintos y cigarros, se entera que llegó el doctor directo a la sala de cirugía. Nervioso e invadido por pensamientos y sensaciones nuevas, camina de lado a lado, por un largo pasillo, deteniéndole sus pasos una puerta, detrás de la cual se encuentra su esposa, a punto de dar a luz a su hija. Continua su andar inquieto y en un momento mira a través de un postigo que tiene la puerta, el correr de las enfermeras y los galenos, y entiende que están en plena cirugía. Transcurridos varios minutos, tal vez horas, escucha el llanto de un bebé, entonces son las 11:30 de la noche. Alberto, arroja un largo suspiro, como de tranquilidad, vuelve a observar por el postigo, se da cuenta que se acerca la enfermera con un rostro de alegría y trae consigo a su hija envuelta en una sábana.

– su esposa está bien, se encuentra dormida por el momento y esta es su hermosa niña.

Alberto se acerca a mirarla, y queda extasiado con la belleza de su primogénita y le agradece a Dios por el resultado exitoso de la cirugía y haberle traído una hija sana.

Alzándola por un momento -piensa- Así que ésta es Angie Valeria. ¿Cuál será su futuro? Espero que sea grande y exitosa.

–¡Papá¡ ¡Papá! ¡Papito¡ -Llama la atención Angie Valeria.

Alberto aterriza con el llamado de su hija, y regresar a la realidad, se vuelve para mirarla.

–¡Papi…! ¡La foto con su merced¡

El padre se levanta y abraza orgullosamente a su retoño.

En la foto queda registrado para siempre, los rostros de complacencia, orgullo y alegría que demuestran el deber cumplido, tanto de hija como de padre.

Texto escrito por Alberto Ararat Colmenares, participante
del “Taller Arauca Lee, Escribe y Cuenta”.
Año 2010.

Lectura de reflexión


¡Cómo era de bueno ser padre! 
Por Daniel Samper Pizano

 

Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como si no fuera dictamen de Dios sino reglamento de la Federación de Fútbol. Imperaban normas estrictas de educación: nadie se sentaba a la mesa antes que el padre; nadie hablaba sin permiso del padre; nadie se levantaba si el padre no se había levantado; nadie repetía almuerzo, porque el padre solía dar buena cuenta de las bandejas: por algo era el padre...

La madre ha constituido siempre el eje sentimental de la casa, pero el padre era la autoridad suprema. Cuando el padre miraba fijamente a la hija, esta abandonaba al novio, volvía a vestir falda larga y se metía de monja. A una orden suya, los hijos varones cortaban leña, alzaban bultos o se hacían matar en la guerra.

- Padre: ¿quiere usted que cargue las piedras en el carro y le dé de beber al buey?
¡Qué berraquera era el padre!

Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en el papá. El mero sustantivo era una derrota. Padre es palabra sólida, rocosa; papá es apelativo para oso de felpa o perro faldero. Demasiada confiancita. Además -segunda derrota- "papá" es una invitación al infame tuteo. Con el uso de "papá" el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el padre era el padre:
- ¡Pero, papá, me parece el colmo que no me prestes el carro...!

A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su presencia, en vez de arrancarle de una bofetada el cigarrillo y media jeta, como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar amigos a casa y a organizar bailoteos y bebetas, mientras papá y mamá se desvelaban y comentaban:
- Bueno, tranquiliza saber que están tomándose unos traguitos en casa y no en quién-sabe-dónde.

El papá marcó un acercamiento generacional muy importante, algo que el padre desaconsejaba por completo. Los hijos empezaron a comer en la sala mirando el televisor, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa. Y a coger el teléfono sin permiso, y a sustraer billetes de la cartera de papá, y a usar sus mejores camisas. La hija, a salir con pretendientes sin chaperón y a exigirle al papá que no hiciera mala cara al insoportable novio y en vez de "señor González", como habría hecho el padre, lo llamara "Tato".

Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero bastante maltrecha. Nada comparable a la figura procera del padre. Era, en fin, un tipo querido, de lavar y planchar, a quien acudir en busca de consejo o plata prestada.

Y entonces vino papi. Papi es invento reciente, de los últimos 20 ó30 años. Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta o se le solicita, sino que se le notifica.
- Papi, me llevo el carro, dame para gasolina...

A papi lo sacan de todo. Le ordenan que se vaya a cine con mami cuando los niños tienen fiesta y que entren en silencio por la puerta de atrás. Tiene prohibido preguntar a la nena quién es ese tipo despeinado que desayuna descalzo en la cocina. A papi le quitan todo: la tarjeta de crédito, la ropa, el turno para ducharse, la rasuradora eléctrica, el computador, las llaves... Lo tutean, pero siempre en plan de regaño:
- Tú sí eres la embarrada, ¿no papi?
- ¡Papi, no me vuelvas a llamar "chiquita" delante de Jonathan.

Aquel respeto que inspiraba padre, con papá se transformó en confiancita y se ha vuelto franco abuso con papi:
- Oye, papi, me estás dejando acabar el whisky, marica...

No sé qué seguirá de papi hacia abajo. Supongo que la esclavitud o el destierro. Yo estoy aterrado porque, después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de hijos, mis nietas han empezado a llamarme "PA".
 

lunes, 6 de septiembre de 2010

Chiste


Marido y mujer acuden al psicólogo tras 20 años de matrimonio.

Cuando el psicólogo les pregunta cuál es el problema, la mujer saca una lista larga y detallada d
e todos los problemas que han tenido durante los veinte años de matrimonio :
...poca atención, falta de intimidad, vacío, soledad, no sentirse amada, no sentirse deseada, no ser escuchada, no ser comprendida, no ser atendida cuando habla,

... La lista es interminable.
Finalmente, el terapeuta se levanta, se acerca a la mujer, le pide que se levante y la abraza y besa apasionadamente, mientras que el marido los observa con una ceja más alta que la otra.
La mujer se queda muda y se sienta en la silla medio aturdida.
El terapeuta se dirige al marido y le dice

-'Esto es lo que su esposa necesita al menos 3 veces por semana. ¿Puede hacerlo?'
El marido lo medita un instante y responde:

-Bueno, la puedo traer los lunes y los miércoles, pero los viernes tengo fútbol.

Fotos Realmente Sorprendentes


Esta es otra entrega de algunas fotos, para que el visitante saque su sus propias conclusiones.